En el mundo de la logística, la construcción y la industria, los autoelevadores son herramientas esenciales. Pero lo que muchas veces se subestima es la responsabilidad que implica operarlos. Un error al mando de una máquina de este tipo puede tener consecuencias graves, tanto para la integridad del operador como para sus compañeros de trabajo. Por eso, la capacitación no solo es recomendable: es obligatoria.
¿Por qué es clave la capacitación?
La operación de autoelevadores está regulada por normativas claras en Argentina, como la Resolución SRT 960/2015, que exige que los empleadores aseguren que sus trabajadores estén capacitados para operar equipos móviles autopropulsados. Esta resolución no es simplemente un requisito burocrático, sino una medida de seguridad basada en estadísticas y experiencia del sector.
La normativa establece que toda persona que opere un autoelevador debe contar con una formación teórica y práctica adecuada, que incluya el conocimiento de los riesgos específicos del equipo y del entorno donde se desempeñan. Es decir, no alcanza con “saber manejar”.
Errores frecuentes de los operadores sin formación
Puntos clave sobre los errores más comunes que se observan en el uso cotidiano de autoelevadores, sobre todo cuando son operados por personal no capacitado:
- Falta de inspección previa: Muchos choferes no realizan los chequeos diarios del equipo antes de comenzar a trabajar. Esto incluye revisar los frenos, dirección, bocina, luces y niveles de fluidos. Omitir esta rutina puede ser el primer paso hacia un accidente.
- Mal uso de las horquillas: Levantar cargas mal posicionadas o exceder la capacidad del equipo son errores que pueden derivar en la caída de la carga o incluso el vuelco del autoelevador.
- No respetar las velocidades seguras: En espacios reducidos o zonas compartidas con peatones, la velocidad es un factor de riesgo. Un operador sin formación puede no dimensionar esto.
- Maniobras inseguras: Tomar curvas sin reducir la velocidad o elevar cargas mientras el autoelevador está en movimiento son prácticas sumamente peligrosas que, sin una capacitación adecuada, se repiten con frecuencia.
- Desconocimiento del entorno de trabajo: Un chofer que no comprende los riesgos del entorno (como pendientes, superficies inestables o espacios confinados) puede tomar decisiones erradas que afectan a todo el equipo.
¿Qué debe incluir una buena formación?
La formación debe incluir:
- Conocimiento de la normativa vigente, en especial la Res. SRT 960/15.
- Conocimiento de las medidas preventivas acordes a los riesgos identificados.
- Técnicas de manejo seguro en diferentes escenarios.
- Procedimientos en caso de emergencia.
- Prácticas supervisadas en campo real o simulado.
No todos los entornos de trabajo son iguales, y por eso, la capacitación debería adaptarse al tipo de actividad que el operador desempeñará: no es lo mismo manejar un autoelevador en un centro logístico con calles internas que en una obra de construcción o un puerto.
¿Quién debe exigir la capacitación?
La responsabilidad de capacitar recae en los empleadores, pero también en los propios trabajadores. Es importante que los operarios tomen conciencia de que formarse no es un gasto de tiempo, sino una inversión en su seguridad, salud y desarrollo laboral.
Muchas veces, quienes aprenden a operar de forma “empírica” creen que lo hacen bien, pero solo cuando reciben capacitación formal toman dimensión de los riesgos que estaban corriendo. Un chofer con experiencia, pero sin formación, es como un piloto sin licencia: puede que vuele, pero no está preparado para enfrentar una tormenta.
Operar un autoelevador es mucho más que mover cargas. Implica conocimiento técnico, responsabilidad y cumplimiento de normativas legales. Capacitarse no es opcional: es una necesidad.
Quienes se toman el tiempo de aprender correctamente no solo mejoran su empleabilidad, sino que también se convierten en actores clave de una cultura laboral más segura.
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